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Por qué tus cosméticos no necesitan perfumes ni aceites esenciales

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¿Te gustan los perfumes en los cosméticos? ¿Has oído que cierto aceite esencial es la clave para resolver tus preocupaciones de la piel? Entiendo que los aromas son algo muy personal (y pueden añadir un toque especial a nuestros cosméticos), pero tal vez deberías evitar esos perfumes y aceites esenciales, ¡te explico por qué!

 

¡Hola! En este artículo os quiero hablar de unos ingredientes que encontramos con frecuencia en nuestros cosméticos y cuya existencia es, cuanto menos, polémica: los perfumes y los aceites esenciales. Si me lees con frecuencia sabrás que no se encuentran entre mis favoritos, pero en este post os voy a explicar en detalle los motivos.

En concreto, en este artículo hablaré de los siguientes temas:

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1. ¿QUÉ SON LOS PERFUMES Y ACEITES ESENCIALES?

Los perfumes y aceites esenciales son algunos de los ingredientes más habituales en cosmética.

Cuando hablamos de perfume nos referimos a una combinación de aceites (de origen natural o artificial, esta diferenciación es irrelevante) de naturaleza volátil y que aportan una fragancia concreta a un producto. Su principal función es la de mejorar la sensorialidad del producto, aportándole un olor característico. En los listados de ingredientes lo puedes encontrar como Fragrance, Perfume o Parfum, y la cantidad máxima que se puede incorporar de perfumes a un producto es el 1% de la fórmula.

Por otra parte, los aceites esenciales son aditivos derivados de plantas que también se utilizan en cosmética para aportar una cierta fragancia a los productos. Para elaborar estos aceites esenciales se combinan diversas sustancias volátiles (en ocasiones incorporan hasta 100 sustancias diferentes) que, por destilación o presión en frío, terminan creando un compuesto final que es ese aceite esencial que aporta un olor concreto al producto. Hay infinidad de aceites esenciales como son el Balm Mint Oil, Bergamot Oil, Camphor Oil, Clary Sage Oil, Eucalyptus Oil, Geranium Oil, Geraniol, Ginger Oil, Grapefruit Oil, Jasmine Oil, Lavender Oil, Lemon Oil, Lemongrass Oil, Limonene, Linalool, Lime Oil, Mandarin Oil, Neroli Oil, Oregano Oil, Patchouli Oil, Pennyroyal Oil, Peppermint Oil, Rose Oil, Rosemary Oil, Sage Oil, Sandalwood Oil, Tangerine Oil, Wintergreen Oil, Ylang Ylang Oil. Como puedes ver, estos aceites esenciales los puedes identificar porque normalmente se denominan como X Essential Oil (correspondiendo la X al nombre de algún tipo de planta). Actualmente hay diversas asociaciones (como ISO, AFNOR, IFRA, BfR o RIFM) que establecen los estándares sobre cómo deben desarrollarse y utilizarse los aceites esenciales.

Es importante entender la diferencia entre los aceites esenciales y los aceites vegetales. Estos últimos se extraen a partir de las partes grasas de las plantas (frutos y semillas) y nos aportan sus propiedades antioxidantes, hidratantes, antiinflamatorias, etc. (al contrario que los aceites esenciales, que no aportan esos beneficios a nuestra piel). Por tanto, mientras que los aceites esenciales simplemente aportan olor, los aceites vegetales nutren nuestra piel. 

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2. ¿POR QUÉ HAY PERFUMES Y ACEITES ESENCIALES EN NUESTROS COSMÉTICOS?

Tal y como mencioné anteriormente, la principal razón por la que encontramos perfumes y aceites esenciales en nuestros cosméticos es porque les aportan una fragancia concreta. Esto hace que la experiencia al utilizarlos sea más especial, asociando un aroma a un producto concreto y a su uso. Puede parecer una obviedad, pero un aspecto tan sencillo como el olor de un producto puede hacer que este se diferencie de los de la competencia.

En el caso de los aceites esenciales es habitual ver a fabricantes que los muestran como una solución natural a los problemas de nuestra piel (de hecho, su propio nombre, aceite esencial, puede resultar engañoso para los consumidores, que podemos pensar que son necesarios o fundamentales para cuidar mejor de nuestra piel).

Algunas marcas tratan de ir un paso más allá, defendiendo que el uso de sus perfumes lo avala la aromaterapia, que lleva siglos siendo utilizada. Sin embargo, que sea una práctica con años de antigüedad no significa que su eficacia esté probada (de hecho, apenas hay estudios que defiendan su eficacia), por lo que en este caso estamos ante puro marketing para comercializar mejor el producto. En mi opinión, hay una diferencia entre crear un ambiente con un olor específico y aplicarlo sobre la piel.

En el caso de los perfumes, además, hay que hacer mención a que los fabricantes no tienen la obligación de declarar las sustancias que integran esa fragancia concreta, ya que tiene la consideración de secreto comercial. De esta forma, los perfumes pueden crearse a partir de diversas materias primas, sin que los consumidores tengamos conocimiento de los compuestos que los conforman. 

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3. ¿POR QUÉ TUS COSMÉTICOS NO NECESITAN PERFUMES NI ACEITES ESENCIALES?

Quienes me conocéis mejor sabréis que habitualmente prefiero evitar cosméticos que incluyan perfume y aceites esenciales entre sus ingredientes. Como he mencionado antes, su única función es la de mejorar la experiencia de uso, pero para mí no es relevante que un producto tenga un olor concreto para disfrutar más de él.

Tanto los perfumes como los aceites esenciales son sustancias potencialmente irritantes, de hecho, se recomienda evitarlos a quienes tienen piel sensible. Además, en el caso de los aceites esenciales, son sustancias muy inestables, por lo que cualquier pequeño cambio puede hacer que resulten todavía más irritantes de lo habitual. Esa irritación conlleva un importante efecto a largo plazo, y es que favorece el envejecimiento de la piel.

Aunque hay estudios que defienden que una cantidad concreta de aceites esenciales (hasta el 0.1%) no resulta irritante, hay que tener en cuenta que muchos productos incorporan entre sus ingredientes más de un aceite esencial, lo que aumenta su potencial irritación. 

Que sean ingredientes irritantes o inestables no significa que su uso no sea seguro. Todos los ingredientes que se utilizan para elaborar los cosméticos que compramos son seguros, ya que deben pasar pruebas muy exhaustivas y rigurosas para verificar que no sean dañinos para nuestro organismo.

En cualquier caso, como comprenderéis, si puedo evitar ingredientes que, aunque seguros, son potencialmente irritantes, siempre intentaré hacerlo. Estamos tan acostumbrados a encontrar perfumes y aceites esenciales entre los ingredientes de nuestros cosméticos que ya los tenemos asimilados como una parte más de los mismos. Al fin y al cabo, los fabricantes aprovechan uno de nuestros sentidos más básicos, como es el olfato, mostrándonos un aroma agradable, asociando ese olor (y esa sensación positiva) con el producto. Es cierto que, a primera vista (o a primer olfato, no podía evitar decirlo), los productos que carecen de perfumes y aceites esenciales pueden parecer demasiado simples, neutros o incluso poco atractivos, pero si piensas en tu prioridad al utilizar esos cosméticos (que es cuidar mejor de tu piel), comenzarás a apreciar cada vez más los productos que no huelen a rosas, cítricos, mentol, etc. Yo, desde luego, prefiero el beneficio a largo plazo de evitar perfumes y aceites esenciales que esa sensación positiva que no dura más que unos pocos segundos.

¿Esto quiere decir que voy a dejar de comprar productos con perfumes y aceites esenciales? En la medida de lo posible, y siempre que haya alternativas, sí. Pero si un producto me gusta mucho y me aporta más de lo que restan los perfumes y aceites esenciales, priorizaré lo primero.

 

¿Sueles fijarte en si los cosméticos que usas incluyen perfumes o aceites esenciales? ¿Tú también tratas de evitarlos? ¡Dímelo en la sección de comentarios!

 

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Soy Nacho, un apasionado de la cosmética. Me encanta aprender y compartir lo que sé sobre el cuidado de la piel y leo artículos científicos para que tú no tengas que hacerlo. Quiero romper estereotipos porque creo que la cosmética no tiene género: la piel es piel.

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